«Para volver a vernos mañana, como siempre».
(Inscripción en Nicho 31, Cementerio de Valdivia)
Si supieras, Rimbaud
cómo está la vida en estos días
volverías a irte
y con los nuevos adelantos,
le darías unas cuantas vueltas
a nuestro pobre mundo.
Porque es verdad que todo es difícil.
Es verdad que solemos pasear nuestra precariedad
en los colectivos
gritando por la salvación del alma.
Es verdad que nuestros cementerios crecen
los llenamos de flores
y mandamos a escribir las esperanzas en cemento.
Y es verdad, también,
que necesitamos fuerzas como la tuya
para tomar por asalto la poesía.
Sí, seguimos sufriendo por las mismas cosas.
Pero tú elegiste meterte de cabeza en el engranaje
declarando inalcanzable la maravilla
y nosotros sólo desearíamos
que hayas estado equivocado
o que algún resabio de perversidad
te haya hecho callar otra verdad definitiva.
Porque, Rimbaud,
el hombre no puede ser tan poca cosa.
***
Otra vez la cordillera te hace llorar.
Simplemente buscabas los fósforos
pero se desató el aguacero
que arrastró con tal pedrería:
la vidriera navideña
la noticia de la muerte de un vecino
otro amigo desaparecido.
Lloras frente a la ventana
donde se asoma una ciudad ajena.
El torrente cae a las canaletas
a los bordes de las calles
corre hacia un mar
que no es el tuyo.
***
Lo que amamos se deshace
en noches vacías como domingos.
Nada hay que pueda llenarnos el corazón.
Nada.
¿Qué podemos hacer
si lo más bello es lo que no ha pasado?
Apenas temerle al minuto sin sombra
volvernos caracoles
y rodear el universo de dos metros
con un hilo de plata
o esperar que la gracia caiga sobre nosotros
derramada como una copa de vino.
***
(HUELE A ESENCIAS)
No esperen una postal amable
deste pueblo de mierda.
Aparte del mar encabritado
además de las ratas
devorándose entre ellas,
aún después de los cadáveres;
el asunto huele a esencias.
Para estar aquí
hace falta estar vencido.
***
Dejé mi cuerpo detrás de mí.
Eso quería decir: lo abandoné.
De pronto, cada uno de los huesos habla
se despide.
Un parloteo orgánico inesperado
de esta máquina prodigiosa
con sus tumores y cicatrices
Pero no es de dolencias:
quiero hablar de las manzanas
su gracia redonda
su modo de caer, madura y alegre sobre el pasto.