Misión circular. Antología. Selección y edición: Vicente Undurraga. Lumen, 2020.

POR Rosabetty Muñoz
Artículos

A Rimbaud

«Para volver a vernos mañana, como siempre».

(Inscripción en Nicho 31, Cementerio de Valdivia)

 

Si supieras, Rimbaud

cómo está la vida en estos días

volverías a irte

y con los nuevos adelantos,

le darías unas cuantas vueltas

a nuestro pobre mundo.

Porque es verdad que todo es difícil.

Es verdad que solemos pasear nuestra precariedad

en los colectivos

gritando por la salvación del alma.

Es verdad que nuestros cementerios crecen

los llenamos de flores

y mandamos a escribir las esperanzas en cemento.

Y es verdad, también,

que necesitamos fuerzas como la tuya

para tomar por asalto la poesía.

 

Sí, seguimos sufriendo por las mismas cosas.

Pero tú elegiste meterte de cabeza en el engranaje

declarando inalcanzable la maravilla

y nosotros sólo desearíamos

que hayas estado equivocado

o que algún resabio de perversidad

te haya hecho callar otra verdad definitiva.

Porque, Rimbaud,

el hombre no puede ser tan poca cosa.

***

Otra vez la cordillera te hace llorar.

Simplemente buscabas los fósforos

pero se desató el aguacero

que arrastró con tal pedrería:

la vidriera navideña

la noticia de la muerte de un vecino

otro amigo desaparecido.

Lloras frente a la ventana

donde se asoma una ciudad ajena.

El torrente cae a las canaletas

a los bordes de las calles

corre hacia un mar

que no es el tuyo.

***

Lo que amamos se deshace

en noches vacías como domingos.

Nada hay que pueda llenarnos el corazón.

Nada.

¿Qué podemos hacer

si lo más bello es lo que no ha pasado?

Apenas temerle al minuto sin sombra

volvernos caracoles

y rodear el universo de dos metros

con un hilo de plata

o esperar que la gracia caiga sobre nosotros

derramada como una copa de vino.

***

(HUELE A ESENCIAS)

No esperen una postal amable

deste pueblo de mierda.

Aparte del mar encabritado

además de las ratas

devorándose entre ellas,

aún después de los cadáveres;

el asunto huele a esencias.

Para estar aquí

hace falta estar vencido.

***

Dejé mi cuerpo detrás de mí.

Eso quería decir: lo abandoné.

De pronto, cada uno de los huesos habla

se despide.

Un parloteo orgánico inesperado

de esta máquina prodigiosa

con sus tumores y cicatrices

Pero no es de dolencias:

quiero hablar de las manzanas

su gracia redonda

su modo de caer, madura y alegre sobre el pasto.

Ver entrevista a Rosabetty Muñoz aquí